EL
MUNDO
17 julio
2019
Científicos
revelan que la copa menstrual es segura
Laura Tardón
La primera revisión de todos los
estudios publicados sobre esta opción indica que es segura aunque advierte de
la baja calidad de los estudios disponibles hasta la fecha.
"Se busca" una alternativa más económica que los
tampones y las compresas habituales y también más respetuosa con el medio
ambiente. La elegida podría ser la copa menstrual, a falta de confirmar su
impacto en la salud de las mujeres. Ahora, se presenta la primera revisión
sistemática que analiza los datos de 3.300 mujeres y concluye que, a priori,
este producto es tan seguro como los sistemas convencionales y, además, no
supone mayores fugas.
"A pesar de que 1.900 millones de mujeres en todo el
mundo están en edad de tener la menstruación y gastan un promedio de 65 días al
año en el tratamiento del flujo sanguíneo, existen pocos estudios de buena
calidad que comparen productos sanitarios", asegura Penelope
Phillips-Howard, profesora en la Escuela de Medicina Tropical de Liverpool
(MTSA), en Reino Unido, y principal autora del trabajo que acaba de publicar la
revista The Lancet Public Health.
Con el objetivo de abordar esta cuestión, Phillips-Howard y
su equipo seleccionaron 43 estudios con un total de 3.319 participantes en
países de ingresos bajos, medios y altos ingresos. Recopilaron información de
conferencias, informes, tesis, literatura científica, costes, análisis de los
materiales utilizados y estimaciones preliminares sobre el ahorro de desechos.
Según los autores, no hubo mayor riesgo de infección
asociado con el uso de copas menstruales entre las mujeres y niñas europeas,
norteamericanas ni africanas. No se observaron alteraciones de la flora vaginal
ni daño tisular en la vagina ni en el cuello uterino.
En cuanto a la fuga, fue similar en tres estudios y
significativamente menor entre las copas menstruales para un estudio. En
algunos trabajos, las fugas se asociaron con un sangrado anormalmente intenso,
una anatomía inusual del útero, la necesidad de una copa más grande, la
colocación incorrecta de la copa y la copa que se llena.
En lo que respecta al coste y al ahorro de desperdicios, los
autores sugieren que en el transcurso de 10 años, una copa supondría
aproximadamente entre el 5% y el 7% del coste de 12 compresas o tampones por
periodo. Por otro lado, se estima que la copa sólo crea el 0,4% de los residuos
plásticos generados por las opciones convencionales. En definitiva,
"alrededor del 70% de las mujeres querían seguir usando copas menstruales
tras familiarizarse con la forma de colocarlas", señala Phillips-Howard.
En teoría, todo son ventajas para un método que consiste en
un recipiente, generalmente de silicona, que se introduce en la vagina durante
la menstruación para recoger el flujo sanguíneo en lugar de absorberlo, como
hacen las compresas y los tampones. Dado que, tal y como advierten los
responsables de la revisión científica, la calidad de los estudios disponibles
es baja, "se necesitan más estudios sobre las copas menstruales".
En la misma línea, Pilar La Fuente, ginecóloga del Hospital
La Paz de Madrid, opina que aunque esta opción suponga un impacto en la
economía y en el medio ambiente, "hay que comprobar con estudios de mayor
rigor epidemiológico, el impacto sobre la salud".
Tal y como pone de manifiesto la revisión, excepcionalmente
se contabilizaron cinco casos del síndrome de shock tóxico, aunque no se pudo
determinar con certeza que las copas fueran la causa. Dicha afección es un
trastorno grave y, por suerte, extremadamente infrecuente. Debuta con síntomas
como fiebre alta, diarrea o náuseas que de forma rápida pueden generar
insuficiencia renal, cardiaca o hepática e incluso conducir a la muerte.
Según datos de los Institutos de Salud de EEUU (NIH),
alrededor de la mitad de estas infecciones están asociadas al uso de tampones
y, dada la baja calidad de los estudios disponibles hasta la fecha, no se puede
descartar que las copas menstruales incrementen el riesgo de contraer esta
enfermedad (desencadenada por el mayor crecimiento de la bacteria Staphylococcus aureus). De hecho,
así lo subrayaba un trabajo publicado en 2018 y realizado por la Sociedad
Americana de Microbiología y la facultad de Medicina de la Universidad de Lyon.
Aunque no se conoce a fondo, se piensa que la capacidad de
absorción de estos productos y su colocación en el interior de la vagina
permiten mayor concentración de oxígeno en la zona, lo que favorecería la
producción de toxinas. Por eso los especialistas recomiendan un correcto uso de
estos dispositivos, higiene y no tenerlos durante más de ocho horas.
No obstante, el prospecto de las copas menstruales indica
hasta un máximo de 12 horas. Como explica Laura Martín Gutiérrez, farmacéutica
del área de servicios asistenciales del Consejo General de Colegios Oficiales
Farmacéuticos (CGCOF), "la copa recoge mayor cantidad de flujo que la que
absorben las compresas y los tampones y el material del que está hecho es
inerte, no reacciona ni es poroso y no se fijan las bacterias". Al igual
que con otras opciones, matiza esta experta, "la higiene es clave para
evitar desarrollar infecciones".
Aparte, la revisión también dejó constancia de otra de las
dificultades que pueden presentarse cuando las mujeres llevan un dispositivo
intrauterino (DIU). La extracción de la copa se asocia con la extracción
involuntaria de dicho anticonceptivo. Además, en este grupo se identificaron
algunos casos de dolor, heridas vaginales, erupción cutánea y alergias.
Tanto las ginecólogas consultadas como la farmacéutica están
de acuerdo en la necesidad de realizar más estudios a largo plazo y con mayor
rigor.
Una opción aún
desconocida
Llama la atención que a pesar de llevar varios años en el
mercado, las copas menstruales son una opción aún poco conocida. Lo confirma
precisamente la revisión de estudios publicada en The
Lancet Public Health. Según
revela, sólo el 30% de los sitios Web con información sobre la menarquía incluía las copas y se calcula que sólo entre el
11% y el 33% de las mujeres están informadas sobre esta opción.
Puede que esta sea la razón de que, de momento, "el uso
de las copas no sea masivo, aunque cada vez se animan más mujeres, sobre todo
entre 20 y 35 años", explica María Jesús Cancelo, jefe del servicio de
Ginecología del Hospital de Guadalajara.
Cuesta entre 20 y 40 euros, depende de los elementos que
incluya la caja (bolsa de transporte, vaso para la esterilización, etc.). Al
ser un producto de higiene íntima femenina, se puede encontrar en farmacias y
otros establecimientos. Existen distintos tamaños para adecuarlo a la cantidad
del flujo de cada mujer. Teniendo en cuenta el material del que está
constituido, generalmente de silicona, "si se utiliza correctamente y se
limpia adecuadamente, las copas duran hasta 10 años", matiza la
farmacéutica Martín Gutiérrez.